miércoles, 3 de septiembre de 2014

Corto que hice para una clase en la universidad

Vaaaaaya, hace tanto tiempo que no subo algo aquí o___o . Siempre tuve falta de inspiración y nunca pude escribir algo, por muchas ansias que tuviese de ello. En fin, el siguiente texto es un corto que hice para una clase en la universidad donde estudio. Siento que me apresuré al final y me disculpo por ello D:




Es otro día nevado en aquella ciudad donde él vivía plácidamente. Hoy, como cada noche, él se dirige, caminando por el suelo eternamente cubierto de la blanca y bendita nieve, hacia el sitio donde están las auroras boreales, las cuales nunca se movían de su lugar en el cielo, que estaba mezclado de nubes, estrellas y estas hermosas doncellas brillantes multi coloridas que hacían el mismo baile hipnotizante pero que nunca dejaba de deleitar a este hombre. Una vez más, él contempló el cielo, admirando el “éxtasis” que los colores le causaban con ese baile tan hipnótico y monótono que él consideraba tan perfecto. Nada podía arruinar esta noche, excepto el intenso frío nocturno de la ciudad que, sin el cuidado correcto, podía convertir a cualquiera en una estatua de hielo. A él no le importaba ya que amaba a esta damisela discreta y fría, cuyas brisas eran consideradas una bendición para su mente y cuerpo.
Una vez que terminó su rutinario contemplamiento de las auroras, se preparó para volver a casa donde su prometida que lo esperaba con una muy grata cena, pero hubo algo que lo dejó muy sorprendido. Había una extraña flor que estaba apenas desarrollándose. Esto dejó al hombre extrañado. ¿Qué hacía una flor, en medio de un suelo nevado, en el cual no había crecido nada en décadas, e incluso siglos? Esta pregunta cruzó por la mente de este sujeto. Sin más preámbulos, y sin pensarlo dos veces, se dirigió a la extraña flor y le dijo que la cuidaría, para que pudiese llegar a su punto más alto, brillando bajo las doncellas del cielo nuboso y estrellado. Días y semanas pasaron en los que, cada noche, este hombre cuidaba a esta flor, además de admirar a las doncellas del cielo, a las cuales el hombre solicitó que también cuidasen de esta flor, para que alcanzase su belleza máxima.
El día final llegó. La flor había alcanzado su madurez. Esta era muy hermosa y su perfume podía cautivar a cualquiera, y trajo recuerdos a este hombre ya que el perfume le parecía muy semejante al de su prometida a la cual amaba más que a cualquier otra cosa. Él pensó en cortar la flor y llevarla donde su prometida, como un hermoso obsequio, pero allí en que otro pensamiento cruzó por su cabeza. Temía que la flor muriese, ya que él no estaba seguro de si esta belleza podría soportar vivir en una maceta. El hombre decidió dejar a la flor allí, ya que le pareció mejor que esta contemplara  a las doncellas del cielo, para que su baile hipnótico la cautive cada noche, como a él tanto le gustaba.

La noche siguiente, una gran sorpresa pudo sacar un par de lágrimas del hombre. La flor no estaba sola, ahora estaba acompañada de otras flores igual a esta. Su perfume era aún más intenso brillaban tanto como las doncellas del cielo. El hombre no lo podía creer. Miro al cielo y agradeció a las doncellas por este gran milagro. Nunca en su vida había visto flores tan hermosas y brillantes. Cortó la más especial, que cuidó por semanas para que ganase fuerza y belleza, y volvió a casa para obsequiarla a su prometida. El regalo la hizo llorar de alegría y besó a su amado como nunca lo había hecho. A partir de allí ambos fueron cada noche a admirar a las doncellas de cielo, así como también a las doncellas del suelo, cuyo perfume y brillo fueron como una droga para sus mentes, que les trajo recuerdo de cuando el hombre le pidió matrimonio allí, bajo las doncellas del cielo, que por primera vez bailaron de manera distinta a la habitual.

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